ENTREVISTAS
Mario Vargas Llosa

Un Peruano Europeizado

Universalmente reconocido como uno de los mejores exponentes de aquello que ha producido la literatura latinoamericana en este siglo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa dice deber mucho de su formación a la cultura europea. “Cuando niño era yo un entusiasta lector de novelas europeas de aventuras. Leía a Julio Verne y a Alejandro Dumas y conocía casi todos los libros del escritor alemán Karl May, que en aquel entonces era famoso entre nosotros. Mis fantasías infantiles fueron marcadas por Europa”. Y agrega: “Originalmente me sentía mucho más ligado a Europa que a mi patria física. Durante mi época universitaria Jean-Paul Sartre ejercía sobre mí una gran fascinación. Su concepto de literatura comprometida, que le presenta al escritor algo así como una alianza entre el arte de escribir y la acción política directa, influyó mucho en mí, principalmente en mi primera novela, “La ciudad y los perros”. Escribí este libro en Madrid y París. Por aquella época era yo lector entusiasta de las novelas de Stendhal, Balzac y Flaubert. Más allá de éstas, hasta el día de hoy me han influenciado Melville, Tolstoi y Dickens. Es decir, la novela del siglo XIX ha sido para mí algo como la cuna novelística”. De los autores europeos del siglo XX reconoce también la influencia en él de Kafka, James Joyce y Thomas Mann. “Europa se halla en el comienzo de mi carrera literaria”, insiste.

Si ésta es la cuna, ¿cómo entender que por otra parte Vargas Llosa sea un escritor de evidente identidad latinoamericana? La explicación la da él mismo: “En esencia, Latinoamérica y Europa forman un ámbito literario común, con matices diferenciables. Esta es precisamente la razón por la cual yo puedo admirar a los autores antes mencionados y los europeos pueden, a su vez, disfrutar con Borges, Octavio Paz o García Márquez. Existe un trasfondo común. Entre tanto, yo me he inclinado con más fuerza, en lo emocional, hacia el ámbito en el cual nací”. 

Cabalgando en esta doble situación de común sustrato, Vargas Llosa reside –por lo menos hasta la fecha de este encuentro, mayo de 1988- todos los años algunos meses en Londres, donde posee un gran departamento en Knighsbridge, un barrio artístico y elegante, cerca del Hyde Park. Allí comienza todas sus jornadas temprano con media hora de footing y ejercicios en el mismo Hyde Park, aun cuando llueva. Desayuna “corn-flakes”, jugo de naranja, mermelada y café (sin azúcar). Y en seguida se pone al escritorio y escribe, salvo que deba atender a un periodista o a un canal de televisión. Trabaja hasta el mediodía y por la tarde va al Museo Británico, que tiene una de las mejores bibliotecas del mundo, a documentarse para sus novelas y conferencias. Si no hay compromisos, él y Patricia, su mujer, comen en casa y se acuestan temprano. 

La presente entrevista tiene su inicio justamente en una de esas permanencias de Mario Vargas Llosa en Europa –donde se discurrirá de lo que está viendo y experimentando literariamente en el momento- y concluirá en Lima -donde el alboroto político que rodea al escritor conducirá la conversación hacia otras direcciones-. Partirá ella incluso sin haber sido buscada, a raíz de un simple y casual encuentro con la pareja en la Brasserie Lipp del Boulevard Saint- Germain, en París, luego de que el escritor ingresara al local inesperadamente, atravesando el corredor de mesas de la entrada con su donaire de soberano inca trasladado a nuestro tiempo, ante la mirada atenta y curiosa de muchos comensales.

Lo primero que se habla es de Chile y Perú, “de lo bueno y de lo malo”. Se refiere a la crisis profunda que vive su país, “quizás la mayor crisis económica de su historia”. Y concluye sobre el particular: “El gran desafío que tenemos en países como el Perú, donde hay unas democracias tan deficientes y tan frágiles, es cargar esa libertad política que nos dan las democracias de esa substancia fundamental que es la libertad económica, para que nuestras democracias empiecen verdaderamente a darles también a nuestros países una prosperidad y un desarrollo. Ojalá el proceso de democratización en Chile se consuma lo más pronto posible y esa libertad económica que tienen se vea completada por una libertad política que le dé a Chile ese desarrollo democrático que debería tener toda América Latina”.

Volveremos en la segunda parte de esta entrevista –Mario Vargas Llosa (II) para atenernos al orden del libro- sobre las apreciaciones del escritor en relación a la libertad, el estatismo, el terrorismo, la religiosidad y otros factores sociales. Por ahora dejemos que nos cuente qué hace y qué ha visto en Europa esos días:

-Vengo a Europa, desde hace muchos años y cada año por un período que suele prolongarse hasta cuatro meses, algunas veces más. Estas visitas a Europa son más que simples visitas; en realidad, ha sido una manera de organizar mi vida con parte del año en el Perú y parte del año en Londres. Europa a mí me da una distancia, en primer lugar, sobre mi país, que es siempre una especie de tráfago en el que estoy sumergido y del que me hace bien de tanto en tanto salir. En Europa puedo seguir trabajando, pero también puedo tener una disponibilidad, un tiempo libre, una serenidad, una serenidad que me da estar lejos de ese vértigo que es el Perú. Entonces, quizá eso es lo que más aprecio yo de las temporadas en Europa. Escribo con una disposición de ánimo mucho mejor. Y también en este período hago cosas que en Perú a veces, a veces, no tengo tiempo para hacer: ir al cine, ir al teatro, ver exposiciones, leer esos libros pesados, densos, que uno quiere leer y que necesitan, sin embargo, de un cierto estado de ánimo para hacerlo.

Por esos días Vargas Llosa acaba de terminar un trabajo encargado por la BBC de Londres y que por exceso de actividades demoraba. Se trata de una obra de teatro.

-Bueno, en realidad, obra de teatro que ellos adaptan a la radio. Es un programa de teatro por radio, que tiene la BBC. Me habían pedido un proyecto. Mucho estuve dándole vueltas y finalmente les propuse un tema que tenía en la cabeza hacía tiempo, relacionado con un viejito que yo conocí en los años 50, muy pintoresco y un poco conmovedor, un viejito italiano, profesor de Historia del Arte, que llegó al Perú no sé por qué razones, que se convirtió en un cruzado  de los  viejos balcones de la ciudad, que estaban en esa época de capa caída porque Lima se modernizaba, derruían las casas antiguas, que en esa época todavía le daban a Lima un cariz muy especial, una atmósfera muy particular. Empezaron a desaparecer y entonces él se convirtió en un defensor de los balcones, intentó una cruzada para rescatarlos, que no tuvo éxito, por supuesto, pero que lo convirtieron en un personaje popular, en una especie de “folk hero”. Y yo tenía siempre la idea de escribir alguna historia inspirada en este personaje. Así que en estos tres meses que he estado ahora en Europa, la mayor parte del tiempo la dediqué a terminar ese trabajo, que está ya entregado y espero con mucha ilusión oír alguna vez, porque la BBC es famosa por la televisión, aunque en realidad en lo que yo creo que ha alcanzado un nivel extraordinario, de originalidad, de riqueza creativa y artística es en la radio. Esos programas de teatro por radio, por ejemplo, los hace con grandes medios técnicos y utilizando a los mejores directores y actores que tiene Inglaterra.

En cuanto a sus proyectos literarios futuros, Vargas Llosa aprovecha de contarnos que tiene varios en carpeta, Así por ejemplo, un ensayo sobre los “Miserables” de Víctor Hugo, que ha comenzado hace años, que interrumpo, vuelvo a retomar, vuelvo a interrumpir, pero que en fin, espero poder concluir alguna vez”, dice. También su antiguo proyecto de una novela sobre el personaje de Flora Tristán y las utopías sociales.  

Nuestro interlocutor habla en seguida de lo que más le ha impresionado, culturalmente, en aquella temporada europea:

-He visto muchas cosas. Quizá una de las que más me interesaron fue un montaje basado en la historia de la India, una pieza escrita por Hélene Cixous, escritora francesa, novelista, ensayista, también autora de un libro sobre Joyce, y que en los últimos años ha escrito también teatro. Su primera obra yo no la llegué a ver. Era una pieza de teatro épica, muy larga, en relación con Norodom Sihanuk, rey de Camboya. Pero he visto ésta, que se llamaba “Una historia contemporánea de la India”, algo así, y montada por la Arian Minusgkin en el teatro La Cartoucherie. Realmente, un espectáculo extraordinario, un espectáculo bueno, de teatro épico, didáctico, inspirado un poco, muy tenuemente quizá, en el teatro de Brecht, pero extraordinariamente rico, denso, creativo desde el punto de vista artístico, tanto del montaje como de la actuación, como del aprovechamiento de la plástica y de la música. Realmente, creo que de todos los espectáculos y cosas que he visto en Europa en esta temporada la que más me impresionó fue este montaje de la Arian Minushkin.

Ya en Lima, la fiebre política abrasa a Vargas llosa. Al día siguiente de mi llegada a esta ciudad, una concentración del Frente Democrático reúne en el centro de la capital peruana a miles de partidarios del escritor, quien acompañado del ex presidente Belaúnde y de Bedoya Reyes, es el principal orador del acto. Titulares en las primeras páginas son, al día siguiente, acompañados de fotografías proclamatorias. Por lo demás, no hay ya en el pueblo peruano quien no hable del señor Vargas Llosa como una posibilidad real para la próxima presidencia.

Así se expresa ese día, en vibrante improvisación desde la tribuna: “Juntos, en solidaridad, en amistad, en lealtad, comunicándonos unos a otros el fervor y el entusiasmo; convencidos de que nuestro país vale más que el odio y la violencia que hoy lo tiñen de sangre, que vale más que la terrible pobreza que agobia a tantos compatriotas, que vale más que esos lamentables gobernantes que tienen al momento (…). Si lo hacemos así, si combatimos así, unidos, esa batalla la ganaremos…”. A la fecha de la publicación ya lo sabremos a ciencia cierta. 

¿Cómo hace, entonces, ahora nuestro doblemente célebre interlocutor –a cuya hermosa casa en el barrio de Barranco no se puede entrar sin identificarse ante los guardias armados y que se ve obligado aquí a circunscribir el footing que practica libremente en el Hyde Park al ejercicio en el recinto privado- para salvar su identidad primigenia de creador literario? Dejemos que él mismo nos lo explique: 

-Yo en las mañanas mantengo a piedra y lodo la independencia de mi escritorio. Me encierro en él y realmente allí escribo o no escribo, pero estoy entre mis papeles y mis libros siete veces por semana. El resto del día, pues, naturalmente lo dedico a otras cosas y ahora cada vez estoy más absorbido por actividades que no son literarias, como se sabe. Pero soy muy consciente de esta situación. No solamente porque tengo un compromiso con mi propio trabajo, con mi propia vocación, que creo que es lo mejor que yo tengo, cualquiera otra cosa que haga se vería también afectada. Es decir, si yo, en mi país, estoy metido en una actividad política, es defendiendo ciertas cosas que veo repercuten directamente en mi trabajo de escritor. Es porque yo soy escritor que considero que es absolutamente fundamental que en este país la libertad no sea destruida, que la libertad exista hoy, mañana, pasado, que el derecho a la crítica sea respetado, que los peruanos puedan el día mañana con la misma libertad que lo hago yo cuando me siento a escribir, dar curso a sus fantasías, a sus opiniones. Yo necesito seguir ejerciendo esa vocación, que para mí es la fuente fundamental de experiencias, de las que salen, todas mis convicciones de tipo social, político, etc. 

Es algo que yo estoy defendiendo, claro, con mucha dificultad, ¿no? a veces. Pero incluso por una razón de equilibrio, de equilibrio psicológico, mental, yo no podría destruir esa vocación literaria sin de alguna manera destruir un centro de mi personalidad.

El escritor sopesa perfectamente el sacrificio que hace por la incompatibilidad de ambas actividades. “No se es político o artista sólo al ejercer activamente tales profesiones, sino que también cuando se come o se duerme. Siempre me ha parecido que los contrastes entre ambas son muy grandes. Pero ahora he podido evaluarlo: he experimentado en carne propia la contradicción que implica”. Y por eso es que se reserva “a piedra y lodo” sus horas privadas para la literatura, llegando incluso a poner, desde hace un año, el despertador a las 6 de la mañana, simplemente para leer más. Refiriéndose a julio del 87, cuando por primera vez subiera al estrado en la Plaza San Martín de Lima, dice que “desde entonces sé positivamente que no se puede ser, en forma permanente, político y escritor. No obstante, sólo puedo insistir en que la situación de mi país no me permite otra opción en el momento presente”

Detengamos aquí por hoy nuestra conversación con este peruano culto y europeizado, antes de seguir a otros temas. Dejemos sí en claro que su formación paga a Europa y la amplitud de horizonte que esta dimensión le provee, no impide en él un certero juicio crítico: “Durante mis numerosas estadas en Europa he podido comprobar cómo este continente ha sido capaz de superar las calamidades, por así decir, los demonios de su historia: el nacional-socialismo, las utopías sociales. Europa se ha apropiado de la idea del progreso, para sustituir la devastadora idea de la Tabula rasa. Es por esa razón que Europa occidental supera, tanto industrial como intelectualmente a sus oponentes marxistas. El concepto de progreso gradual podría tener influencia importante para América Latina. Por supuesto, esta Europa también está amagada por el peligro que implica considerar este bienestar material y esta libertad como algo natural; y esta postura amodorra a los seres humanos y los corrompe, en lo moral y en lo político. Demasiado bienestar material conlleva la adicción al placer e inclina a la frivolidad. Esto puede ser extremadamente peligroso desde el punto de vista político”. Sobre lo último, Vargas Llosa volverá con más amplitud y profundidad en la conversación Vargas Llosa (III).

Esta entrevista forma parte del libro: De los sueños de la razón, al despertar. Nueva crónica de las ideas.

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