Las buenas entrevistas son tan escasas como las buenas mesas redondas. Yo desconfío de los dos géneros, porque lo que suelen poner en evidencia, y muy a menudo, es la espontaneidad de la estulticia no en el sentido que Erasmo otorgaba a esta palabra, sino más bien relacionado con el significado que stultitia tiene en latín, que es de irreflexión e imprudencia. Lo que se gana en espontaneidad se suele perder en imposibilidad racional de reflexión y prudencia. Que es lo contrario de lo que pretendía elogiar Erasmo. Entrevistas y mesas redondas dan cuenta de la superficialidad de los medios de comunicación. Los pertenecientes sobre todo a la Galaxia Marconi nos han echado encima la nieve poco blanca de la palabra inesencial e irresponsable, vinculada al verba volant, que fue y es correspondencia baudeleriana de intrascendencia. Lo intrascendente, igual que el concepto de incertidumbre después de Heisenberg, traduce perfectamente nuestra imposibilidad de arraigo por medio de las palabras habladas, nuestra heideggeriana separación del ser. Esto nos sitúa, desde un principio, en la tragedia que vivimos y de la que sólo se enteran los que han permanecido fieles a la integridad de la palabra y la consonancia en el ser, que son muchos. Parte de ellos figuran, con nombres y pensamiento, en las páginas del presente libro.
Porque este es un buen libro de entrevistas, no sólo por las personas que en él intervienen, sino también por las preguntas que se les plantean. De este modo, nos encontramos ante una imagen bastante fiel de lo que podríamos llamar una mentalidad contemporánea, en Europa y en Hispanoamérica, en un momento de duda existencial. Un punto de apoyo en el caos.
Creo que los valores criticados y los valores aquí propuestos con el fin de sustituir a los criticados son, de por sí, un buen comienzo en el marco de la aventura que estos textos se proponen emprender, puesto que libros así constituyen siempre arranques vitales hacia futuros posibles. Un abanico de futuribles es, por consiguiente, esta antología del pensamiento contemporáneo, entendiendo por ello todo lo que ciertas elites son capaces de pensar y enfocar en este momento, desde un punto de vista crítico y desde una perspectiva de feed back destinada a enderezar entuertos. La inmensa cantidad de entuertos es tan grande y tan agobiante que, contemplada en el espacio de la cultura como de la política, esboza en el aire de la actualidad la silueta de una crisis. Es lo que las entrevistas que luego podrán leerse se proponen analizar y, hasta cierto punto, remediar. Y pienso, sobre todo, en lo que afirma Gonzalo Fernández de la Mora cuando al reconocer la imposibilidad de los pueblos de origen hispánico de encajar como es debido en las fórmulas políticas –ideologías y sistemas- que hoy dominan en el mundo, lo que propone es un nuevo modo de ser político, fiel y auténticamente enraizado en las estructuras fundacionales de estos pueblos, sean ellos europeos, como España, o americanos como Chile, Argentina, México y demás. Se trata de una valiosa y valerosa sugerencia desde cuya originalidad nadie se ha atrevido a partir, lo que explicaría la detestable situación –y no sólo política- en que se debaten en este preciso momento la gran mayoría de nuestros pueblos. En libros, artículos y conferencias, yo lo he afirmado también, a lo largo de estos últimos veinte años: todos los pueblos de la Tierra viven momentos de angustia e incertidumbre debido al hecho de que la política ha sido la única técnica de conocimiento que se ha negado a progresar a lo largo de todo en siglo XX. Mientras la ciencia, a través de la física, ha revolucionado nuestra imagen del cosmos y ha transformado por completo el enfoque de la materia, aniquilando la versión determinista del pasado, tanto bajo el aspecto estrictamente científico como del filosófico, del religioso, y ¿por qué no’, del político, las ideologías y los sistemas en ellas fundados han permanecido vinculados al materialismo de matiz liberal o marxista estrictamente determinado por la ciencia del siglo pasado, hoy desahuciada por la visión cuántica del mundo. Existe como un desnivel de calidad entre las disciplinas y las artes, por un lado, y las ideologías y los sistemas políticos, por el otro, desde cuyo injusto tajo manan sin cesar las desgracias del hombre contemporáneo. Hay un nexo de causa a efecto entre el gulag y el consumismo desenfrenado, entre el comunismo y el capitalismo, por un lado, y la fenomenología, la psicología jungiana, el expresionismo, la poesía de Eliot y Pound o el principio de incertidumbre, por el otro. Una parte de nosotros está ya en el siglo XXI, mientras la otra sigue arrastrándonos hacia las tinieblas materialistas del XIX. Es verdad, bajo este aspecto, que el marxismo es una ciencia, ya que brota desde las entrañas del determinismo decimonónico; la pregunta es: ¿para qué sirve esta ciencia, una vez eliminada por nuevas teorías, nuevas hipótesis y nuevas leyes?
Creo que las entrevistas con Pierre Chaunu, Louis Pauwels, José Miguel Ibañez Langlois, Fernández de la Mora y otros dejan claras las ideas expuestas más arriba, como también la realidad de una situación marcada por las incongruencias de la política actual.
De la misma manera, el papel de la literatura y sobre todo de la novela aparece bajo sus aspectos más claros, y también futuribles, en los párrafos firmados por Vargas Llosa, Octavio Paz y demás representantes de la literatura en este contexto. Como me parecen realmente dignos de figurar en un libro destinado a fundar, en el sentido teresiano de la palabra, los pensamientos sobre el arte de René Huyghe, que pone de relieve dos hechos situados en el mismo meollo de la contemporaneidad: el retorno de un tipo de espiritualidad que hunde sus raíces en el legajo medieval o dantesco del arte, estrictamente orientado hacia el espíritu y el revisionismo que caracteriza en este momento la posición de los historiadores objetivos, en una Francia profundamente deteriorada por el socialismo como heredero directo de la Revolución. De aquí a 1989, cuando se van a cumplir dos siglos desde la caída de la Bastilla –mito frágil y engañoso- implicó un cambio importante en el destino de los pueblos y sobre cuyas consecuencias viscerales Alejo Carpentier había escrito páginas inolvidables en su novela “El siglo de las luces”, el ataque más terrible jamás dirigido por un escritor en contra de la Revolución, de aquí al festejo que se acerca muchas revisiones se van a producir. El concepto mismo de revolución va a cambiar de posición en las enciclopedias de nuestro saber preferencial. La noche llama a la aurora, esto me parece más que natural, si es posible decirlo.
¿Y cómo mejor poner de relieve las palabras de los representantes de la Iglesia en este libro? Después de la ruptura que producen en la psique europea la polémica Pascal-Descartes y Newton-Leibniz, separando los territorios anímicos de los somáticos, res cogitans de res extensa, con todo lo que supuso para los seres humanos esta artificial separación, la unidad vuelve a producirse y la teología se reconcilia con la ciencia. Es, quizá, el acontecimiento más escandaloso que acaba de producirse. El bien cuidado proceso de separación, cuyos frutos han sido las revoluciones y el arrinconamiento de la fe y, por supuesto, de la Iglesia, con su conclusión última que ha significado la destrucción de la libertad, junto con el exilio de los textos sagrados, se está deshaciendo ante nuestros ojos como un invierno en su final, a menudo devastador y temible, en el fondo purificador y renovador, fuente de un nuevo resurgimiento. Este final de siglo, que puede ser también un fin de ciclo, se nos presenta repleto de novedades, reformadoras en su mayor parte, y es posible que las entrevistas que el lector podrá meditar a continuación sean los primeros pasos hacia horizontes que descifrábamos con dificultad desde los baches materialistas de la Historia y que aparecen finalmente como promesas visionarias, formuladas por las mentes quizá más realistas de este tiempo de masacres y profecías. Tenemos que agradecer, pues, a Jaime Antúnez Aldunate estas entrevistas que ponen de relieve la sabiduría e respuestas y la actualidad desencadenadora de verdades de sus preguntas.
VINTILA HORIA
Esta prólogo forma parte del libro: Crónica de las ideas. Para comprender un fin de siglo