EN LOS MEDIOS

De Pedro a León XIV

Hubo “humo blanco” en tiempo no mayor que en los pasados cónclaves, lo que sigue mostrando la cohesión que prevalece, más allá de todo lo que se diga, en la Iglesia y entre los 135 cardenales electores. Ha sido elegido, cuestión fundamental, el 267 sucesor de Pedro, no el de sus inmediatos antecesores. Pero, mejor pensado, también el de estos: Francisco, Benedicto, los papas Juan Pablo I y II, Pablo VI, Juan XXIII y otros. Desde luego de León XIII (1878-1903), el Papa de la “cuestión social”, autor de la Rerum novarum y de San León Magno (440-461), sabio padre de la Iglesia, a quien el emperador Valentiniano III imploró salir al frente de Atila y disuadirlo (452), retirándose éste con su hueste de hunos tras el Danubio, fuera de los confines del Imperio.

Más inmediatamente, siempre considerando el paradigma sucesorio, la cátedra de Pedro, que salió de la Vieja Europa con Francisco, con León XIV ha vuelto a llamar a ella a uno del Nuevo Mundo. Repite la fórmula nuevomundista, esta vez con la original y rara mezcla de Norteamérica y del Perú. 

Hay que decir, junto con ello, que los infortunios que impidieron a Francisco completar su tarea -como antes sí lo logró la combinación de Wojtyla y Ratzinger, con la caída del Muro y la restauración del Vaticano II que culminó en el jubileo del 2000- puede ahora seguir adelante, en un mundo particularmente “convulso” (así subrayó el decano cardenal Giovanni Batista Re en la misa previa al cónclave). Consistente con ello, el catolicismo no ha de permanecer sólo en lo intimista, sino avanzar hacia las periferias, dándose el tiempo para una formulación social conforme a una “nueva síntesis humanista” (Caritas in veritate), la de este comienzo del tercer milenio, equivalente, si bien distinta, a la que formuló a inicios de la era contemporánea el pontificado de Leon XIII, abordando de frente la “cuestión social” de entonces.

La especificación de dichas periferias no es tarea menor, desborda por cierto este espacio, y abarca desde la infancia hasta la ancianidad de los hombres de nuestro tiempo. Más, compromete todos los espacios del globo, que se agitan unos a otros como pocas veces se vió en la historia, sin poder encontrar un “mining of life” que dé reposo a lo más interior del ser humano.

El periodismo está en lo suyo escrutando novedades y contrastes que pudieran, se especula, dar signos de lo que vendrá en la era de León XIV. Así, por ejemplo, la tradicional esclavina roja de los papas que en los pasados doce años Francisco nunca utilizó y que hemos visto devuelta. El uso tan sólo de las lenguas italiana y española -y no el inglés- con que el nuevo pontífice se dirigió al mundo en su saludo desde el balcón de San Pedro. El hecho, particularmente destacable en la era inaugurada por Donald Trump, de que el ciudadano norteamericano con más voz y autoridad moral en el mundo -aún en ausencia de “batallones”, como se dice Stalin reparó en su tiempo- ya no es el Presidente de los Estados Unidos, sino un fraile misionero agustino, nacido en Chicago.

Esto último no es menor cuando se cruza la cuestión de las periferias con la emigración que “convulsiona” a tantas naciones en los días que vivimos. Frente a un país donde el mayor grupo poblacional, después de los blancos no hispanos, son los latinos (20 por ciento), con alta tasa de natalidad, responsable además por el 71 por ciento del crecimiento poblacional  (2022-2023), no pueden dejar de venir a la memoria los temores levantados hace veinte años por el gran historiador Samuel Huntington. No tan lejos de la realidad posible, éste avizoró una suerte de “reconquista” de la hispanidad, a través del mestizo latino, en desmedro del mundo WASP. Con la elevación a la cátedra de Pedro de  este cardenal nacido en Chicago, de nacionalidad norteamericana y latina (Perú) , ¿no llega también el clamor por otro New Deal -como el de F. D. Roosvelt, que entre 1933 y 1939 incorporó a emigrantes italianos y otros, potenciando la economía castigada por el crack de 1929- que revierta la política antimigratoria radical por un nuevo trato? ¿Qué pasos veremos dar en el futuro próximo? La fuerza con que actuó en esto Francisco y algunas importantes intervenciones asumidas no hace mucho en la materia por el cardenal Prevost, algún indicio nos pueden dar.

La historia en cualquier caso no ha llegado a su fin, como equivocadamente calculó Francis Fukuyama.